martes, 28 de octubre de 2014

Voy Al cine: DE NOSFERATU A ANNABELLE: BREVE HISTORIA DEL CINE DE TERROR

DE NOSFERATU A ANNABELLE: BREVE HISTORIA DEL CINE DE TERROR
Noel Ceballos 
Nos adentramos en la semana de Halloween con esta breve guía para no olvidar ninguno de los hitos fundamentales del miedo en pantalla. ¿Qué estudio sentó las bases visuales del horror en los años 30? ¿En qué año conocimos a Michael Myers? ¿Qué gritos nos deparará el futuro? Coge palomitas, agarra el brazo de tu acompañante y acomódate en la última fila...

El cine fue descrito por los surrealistas como un hechizo pagano que devolvía a la vida a los muertos, así que todas las películas podrían ser, en cierto sentido, películas de fantasmas. Era, por tanto, el medio ideal para trasladar los placeres perversos de la literatura gótica, una forma de arte muy mal vista durante la época victoriana que sólo empezó a ser aceptada cuando la letra se transformó en luz y sombra (sobre todo sombra). Muy pronto, nuestros tatarabuelos descubrieron que la sala oscura estaba ahí para pasar miedo.
1890s/1900s: Georges Méliès inventó la mayoría de lo que hoy conocemos como géneros cinematográficos (incluso el porno, por si te lo estabas preguntando), así que a él le debemos la primera película de terror: ‘Le manoir du Diable’ (1896), una fantasmagoría de tres minutos que parece, más bien, un breve retablo humorístico a costa del gótico. Japón se lo tomó más en serio con ‘Shinin no sosei’ (1898), una pesadilla sobre un cuerpo resucitado que, por desgracia, hoy en día se considera perdida. Y, salvo la ‘Esmeralda’ (1905) de Alice Guy, primera adaptación de ‘El jorobado de Nuestra Señora de París’, no tenemos más datos sobre monstruos en celuloide hasta 1910.
1910s: En 1910, el denominado ‘Frankenstein de Edison’ supone la carta de presentación de la espantosa progenie de Mary W. Shelley en el medio cinematográfico. El inventor no tuvo nada que ver en su proceso de creación, sino que sólo era el propietario de los (rudimentarios) estudios donde se produjo. Otro titán de las letras como Edgar Allan Poe fue traducido a imágenes silentes por el mismísimo D.W. Griffith en ‘La conciencia vengadora’ (1914), remix de ‘El corazón delator’ y ‘Annabel Lee’. Cuidado, porque puede que el ‘William Wilson’ de Poe fuera también una de las fuentes de inspiración de ‘El estudiante de Praga’ (1913), fábula moral de aliento fáustico que tendría remake en 1926.


1920s:   Lon Chaney se convierte sinónimo de terror cinematográfico gracias a sus vanguardistas maquillajes y, bueno, su talento inconmensurable. Los tres iconos tenebrosos de su filmografía son ‘El jorobado de Notre Dame’ (1923), ‘El fantasma de la Ópera’ (1925) y ‘London After Midnight’ (1927), quizá la película perdida más mítica e influyente de todos los tiempos. En lo que respecta al frente europeo, sombras expresionistas se cernían sobre Alemania: ‘El gabinete del Dr. Caligari’ (1920) le tomó el pulso a una sociedad que se estaba sumiendo, cual sonámbula, en una alucinación colectiva; mientras que el ‘Nosferatu’ (1922) de Murnau se manifestó casi como un tratado de las posibilidades ocultistas del cinematógrafo.
1930s: La Gran Depresión fue un sueño de la razón (capitalista) que produjo monstruos: ‘Drácula’ y ‘El doctor Frankenstein’, ambas de 1931, se configuraron como la gran catarsis gótica que Estados Unidos necesitaba en tiempos difíciles. Además, crearon toda una caligrafía del horror de la que el género sigue dependiendo hoy en día. El estudio que los vio nacer, Universal, dominó el resto de la década sin demasiadas complicaciones: ‘La momia’, ‘El caserón de las sombras’ (ambas de 1932), ‘El hombre invisible’ (1933) y ‘La novia de Frankenstein’ (1935) son algunas joyas de su cegadora corona. Otros estudios intentaron plantarle cara, pero sólo ‘Los crímenes del museo de cera’ (1933) y ‘El hombre y el monstruo’ (1931), innovadora adaptación del mito de Jekyll y Hyde, se acercaron.

1940s:  Es la década de Val Lewton, superproductor de la RKO que es considerado el gran catedrático de la Universidad de la Sugestión. Sus colaboraciones con Jacques Tourneur, especialmente ‘La mujer pantera’ (1940), demuestran que el bajo presupuesto puede ser sinónimo de alta distinción. Mientras tanto, la Universal comenzó la década añadiendo un nuevo nombre a su olimpo: ‘El hombre lobo’ (1941), que sólo dos años después conocería al monstruo de Frankenstein en ‘La zíngara y los monstruos’ (1943). Fue el origen de las ensaladas de monstruos del estudio, un lento y progresivo descenso de calidad que culminó en la autoparódica ‘Abbott y Costello contra los fantasmas’ (1948). Los cómicos le clavaron una estaca en el corazón al legado de sombras de la Universal, pero de paso acuñaron la posmodernidad en el cine.
1950s:  El terror abandona el caserón y se acerca a temas más sociales, entrando en una muy fructífera comunión con su género hermano, la ciencia-ficción. Sobre todo, a los espectadores de los cincuenta les asustaba el átomo y demás prodigos científicos: ‘La mujer y el monstruo’, 'La humanidad en peligro' (ambas de 1954) y ‘Tarántula’ (1955) son buenos ejemplos. El ‘Escalofrío’ (1959) de William Castle mezclaba LSD con trucos en la sala, mientras que ‘La maldición de Frankenstein’ (1957) desempolvó la vieja mesa de operaciones. Fue el origen de Hammer Films, productora británica que cogió el testigo la Universal y reanimó a sus viejos monstruos: a la criatura le siguieron ‘Drácula’ (1958) y ‘La momia’ (1959). En realidad, las reposiciones de los clásicos Universal en televisión, unidas bajo el sello ‘Shock Theater’, y la mítica revista de Forrest J. Ackerman ‘Famous Monsters of Filmland’ ya habían reavivado el interés por los clásicos antes de que la Hammer les insuflara color y hemoglobina a raudales.
1960s: Los primeros años de la década se caracterizaron por un regreso al gótico más clásico: ‘La máscara del demonio’ (1960), ‘Suspense’ (1961), ‘La casa encantada’ (1963) y ‘La máscara de la muerte roja’ (1964), con su revisión cormaniana de los clásicos de Poe, son buenos ejemplos. Alfred Hitchcock fue único a la hora de coger esos viejos temas y darles un giro contemporáneo, como demuestran ‘Psicosis’ (1960) y ‘Los pájaros’ (1963). Pero todo cambió en 1968 con ‘La noche de los muertos vivientes’, una caja de resonancia psicosocial que forjó al zombi moderno. Fue también una década de talentos indómitos: el Michael Reeves de ‘Los brujos’ (1967) y ‘Witchfinder General’ (1968); el Roman Polanski de ‘El baile de los vampiros’ (1967) y ‘La semilla del Diablo’ (1968) o el H.G. Lewis de ‘Blood Feast’ (1963), pistoletazo de salida del gore y posibilitadora de delirios como ‘The Ghastly Ones’ (1968), obra del muy heterodoxo Andy Milligan.

1970s: La resaca del Verano del Amor nos entregó a Wes Craven, autor de ‘La última casa a la izquierda’ (1972) y ‘Las colinas tienen ojos’ (1977), pero la gran contribución de la contracultura al horror siempre será ‘La matanza de Texas’ (1974). Esta también es la década de blockbusters de prestigio como ‘El exorcista’ (1973) o ‘La profecía’ (1976). ‘Estoy vivo’ (1974) compartía la misma concepción de la infancia que la película de Richard Donner, pero ‘Carrie’ (1976) nos demostraba que la adolescencia tampoco era mucho mejor. En España, el terror de pipas tocó el cielo en 1974 con ‘No profanar el sueño de los muertos’ y ‘¿Quién puede matar a un niño?’. Acabamos con dos joyas excéntricas de la cosecha del 77: ‘Suspiria’, o la sinfonía de terror onírico del maestro Argento; y ‘Hausu’, o es película japonesa que debe ser vista para poder ser creída.

1980s: 
Stephen King y Stanley Kubrick no se hicieron mejores amigos para siempre, pero su choque de talentos nos dejó el ‘El resplandor’ (1980). Otra adaptación memorable del rey del terror literario es ‘La zona muerta’ (1983), que David Cronenberg dirigió justo después de introducir la Nueva Carne en nuestros cerebros con ‘Videodrome’ (1983). Los ochenta son la década del horror franquiciado: todo empezó con ‘La noche de Halloween’ (1978), pero ‘Viernes 13’ (1980), ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984) y ‘Hellraiser’ (1988) cogieron su testigo y llenaron las siguientes décadas de secuelas. ¿Y recordáis ‘Shock Theater’ y ‘Famous Monsters of Filmland’? Los niños que crecieron con tamaños estímulos empezaron a estrenar sus homenajes a la serie B cincuentera en esta década: ‘La Cosa’ (1982), ‘Noche de miedo’ (1985), ‘El terror no tiene forma’ (1988)… y también ‘Poltergeist’ (1982) y ‘Gremlins’ (1984), que acercaron el género a toda la familia.

1990s: Por fin, el terror llamó a las puertas de la academia (de los Oscar) con ‘El silencio de los corderos’ (1991), cuya pátina de respetabilidad para el género propició proyectos de prestigio como ‘Entrevista con el vampiro’ (1994). Por suerte, David Lynch no olvidó que el objetivo del género no es tanto ganar premios y arrasar en taquilla como provocarnos escalofríos: ‘Twin Peaks: Fuego camina conmigo’ (1992) y ‘Carretera perdida’ (1997), dos de sus películas más radicales, representan el lado más irracional de una década que prefirió apostar por los juegos cerebrales de ‘Cube’ (1997) o ‘Scream’ (1996), unión entre el viejo león Craven y la nueva sangre que representaba el guionista Kevin Williamson. Su impacto en las salas tuvo un efecto colateral: el regreso del slasher, con ‘Sé lo que hicisteis el último verano’ (1997) y ‘Leyenda urbana’ (1998) como máximos exponentes. Japón pasó de homenajes y metalenguajes, prefiriendo marcar el camino de la siguiente década con la seminal ‘Ringu’ (1998).

2000s: ‘El proyecto de la Bruja de Blair’ (1999) abrió una fiebre por el found footage que alcanzó masa crítica en 2007, año de ‘Paranormal Activity’, ‘[REC]’ y ‘The Poughkeepsie Tapes’. Otra tendencia muy hija de su tiempo: el torture porn, un síntoma de la Guerra Contra el Terror que nos dio obras como ‘Saw’ (saga iniciada en 2004), ‘Hostel’ o ‘Wolf Creek’ (ambas de 2005). Por lo demás, fue una época de remakes y reciclaje. Los mejores ejemplos: las Variaciones Voorhees que supusieron ‘Jason X’ (2001) y ‘Freddy contra Jason’ (2003), ‘Hannibal’ (2001), ‘Amanecer de los muertos’ (2004), ‘Las colinas tienen ojos’ (2006) y el ‘Halloween’ de Rob Zombie (2007), que venía de volarnos la cabeza con ‘Los renegados del Diablo’ (2005). Y no nos olvidamos de Guillermo del Toro y su ‘El espinazo del Diablo’ (2001), uno de los cuentos macabros más entrañables de la década.
2010s: Otros formatos audiovisuales como la televisión (‘The Walking Dead’, 2010-?) o Internet (‘Marble Hornets’, 2009-2014) comienzan a llevarle verdadera ventaja al cine de terror como vehículo preferido para nuestras pesadillas. En cuanto al multisalas, nunca ha vivido tanto eclecticismo: hay aproximaciones oscarizables a la desintegración mental como ‘Cisne Negro’ (2010), parodias góticas como ‘Sombras tenebrosas’ (2012), espectáculos familiares como ‘Guerra Mundial Z’ (2013), antologías de lo extremo como la saga ‘V/H/S’ (cuya primera entrega es de 2012), slashers con discurso social como ‘Tú eres el siguiente’ (2013) o cuentos macabros como la aún inédita ‘The Babadook’ (2014). En general, existe la sensación de que el terror mainstream está un poco desconectado de propuestas subterráneas (o directas a dvd) más interesantes, con un único gran nombre capaz de poner de acuerdo al incondicional y al recién llegado: James Wan, responsable de ‘Insidious’ (2011), ‘Insidious 2’ y ‘Expediente Warren’ (2013), a la que le ha salido un spin-off titulado ‘Annabelle’ (2014).

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